Tener talentos y no usarlos es como tener una PC Gamer y no usarla, o tener un clóset lleno de ropa y zapatos y no usarlos, es absurdo ¿no?
Pensando en ello, recordé la parábola que se encuentra en Mateo 25:14-30, donde se relata que un hombre yéndose lejos, llamó a sus siervos y les repartió sus bienes según su capacidad, al primero le entregó cinco talentos, al segundo dos talentos y al tercero un talento. Los primeros dos siervos fueron fieles y supieron que hacer con ellos, logrando multiplicarlos, pero el tercero por miedo a perder lo poco que tenía, decidió ocultarlo.
Durante mi adolescencia constantemente me preguntaba si era “buena” en algo. ¿Música? No. ¿Canto? Menos. ¿Dibujar? Claramente no. ¿Deportes? Para nada. Parecía que tachaba una lista del súper. No lograba encontrar algo en que pudiera destacar, y es que, solo me enfocaba en lo que eran buenos los demás y deseaba tener lo mismo que ellos.
Probablemente entiendas a lo que me refiero. Por esa razón, quiero hablarte sobre tres verdades que me ayudaron. Los talentos son:
1. Otorgados por Dios para todos: Tú no eres la excepción. Dios también los depositó en ti. En la parábola vemos como el hombre repartió los talentos entre sus siervos, no excluyó a ninguno. Dios no se olvidó o te excluyó a ti. “Cada uno de ustedes ha recibido de Dios alguna capacidad especial. Úsela bien en el servicio a los demás” 1 Pedro 4:10 TLA.
2. Diferentes, pero importantes: La historia continúa diciéndonos que los repartió según las capacidades, en otras palabras, según la aptitud o virtud. Los talentos que tú tienes no los tiene tu hermano o amigo, los talentos que ellos tienen no los tienes tú. Es necesario que valoremos y demos gracias por lo que nos fue dado y al hacerlo serán cultivados hasta dar fruto. “Los que pertenecen a la iglesia pueden tener distintas capacidades, pero todas ellas las da el mismo Espíritu. Se puede servir al Señor de distintas maneras, pero todos sirven al mismo Señor. Se pueden realizar distintas actividades, pero es el mismo Dios quien da a cada uno la habilidad de hacerlas” 1 Corintios 12:4-6 TLA.
3. Para edificación de los otros: Contrario a lo que la sociedad nos dice, los talentos no son para hacernos famosos o millonarios. Son un regalo de Dios que tienen como fin bendecir la vida de los demás. “Dios nos enseña que, cuando el Espíritu Santo nos da alguna capacidad especial, lo hace para que procuremos el bien de los demás” 1 Corintios 12:7 TLA “… Procurar abundar en ellos para edificación de la iglesia” 1 Corintios 14:12 RV1960.
En la parábola antes mencionada, la palabra “talento” hace referencia a un peso monetario, o sea dinero, en la época de Jesús era literal una fortuna. Piensa en ello, Dios depositó una fortuna en ti. No para que la ocultes por miedo o timidez. Dime, ¿A quién le puede avergonzar ser dueño de una fortuna?
Al Señor le agrada que trabajemos y multipliquemos lo que nos dio. Por tanto, da testimonio de la riqueza que se te concedió, de ser necesario, empieza por pequeñas acciones. ¿Has querido hablarles de Cristo a tus amigos? Eso puede ser posible, abriendo un canal de YouTube, pintando cuadros, formando un grupo de fútbol o cualquier cosa para lo que seas bueno, pero, ¡Cuidado! Recuerda que el propósito es exaltar a Dios y no a ti. Lo ideal es que, a través de tus acciones, Jesucristo siempre resplandezca, para cuando el Señor regrese y entreguemos cuentas nos diga: “Bien hecho siervo, vamos a celebrarlo”, y no seamos echados fuera.
Concluyo citando las palabras de Leo Buscaglia “Tu talento es el regalo de Dios para ti. Lo que haces con él es tu regalo de regreso a Dios”.
¡PON EN ACCIÓN LOS TALENTOS QUE TE HAN SIDO CONFIADOS!
Colaboradores:
Autor: Vivian Carmora
Diseño y Publicación: Josué Guzmán
Revisión: Karen Cabrera
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