El Cuerpo del Adicto
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El Cuerpo del Adicto



Las adicciones son como esa metáfora del pecado: al principio parecen dulces, pero, luego provocan una amargura indeseable.


La adicción, es catalogada como una enfermedad que afecta la vida: el cuerpo y la existencia. La persona que cae en adicción constantemente busca un alivio, sin embargo, el aparente “alivio” se convierte en prisión, entonces… lo encadena, lo imposibilita, le roba el control y la capacidad de abstenerse al consumo de ese “algo”, hasta que le drena sus ganas de vivir y ser, lo distancia de la plenitud de vida, aquella que fue posibilitada en Jesucristo.


Existen diversos tipos de adicción como: el alcoholismo, la drogadicción, el sexo (ninfomanía), las apuestas (ludopatía), la adicción al móvil (nomofobia), la pornografía, la necesidad impulsiva de demasiado o nulo consumo de alimentos, etc. Adicciones que conllevan a enfermedades físicas, mentales y emocionales. Adicciones que afectan el cuerpo, lo que el hombre es para sí y para los demás. Afectan la totalidad del ser y afectan todas sus relaciones: la relación consigo mismo, con el otro y con Dios.


El problema de las adicciones, radica en lo que provoca en el ser humano, tanto en su vida biológica (cuerpo físico) como en su vida existencial (plenitud de vida). El texto bíblico en 1ª Corintios 6:19-20 hace un recordatorio de que el hombre es templo del Espíritu Santo. El cuerpo es el lugar “en” y “a través” del cual puede honrarse a Dios. Al caer en una tendencia adictiva, se daña el cuerpo, el medio otorgado por Dios para posibilitar al hombre participar de una vida plena en este mundo. Las adicciones provocan grados de ansiedad, depresión, estrés, deterioro de la calidad de vida, obsesión, insomnio, sentimiento de culpabilidad, tristeza, etc. Todo esto aleja al hombre de esa vida plena. Pero, Dios da una apertura a la participación del hombre en esa vida plena, en él, la posibilidad de liberarse de cualquier prisión adictiva.


Los problemas de adicción pueden ser detectados y solucionados, lo importante es reconocerlo y pedir ayuda profesional. Recuerda: pedir ayuda no está mal, es de valientes. Porque… Cristo te libertó para que vivas en libertad (Gálatas 5:1).


Colaboradores:

Autor: Jenniffer Lara

Diseño y Publicación: Josué Guzmán

Revisión: Jaquelinne Colindres

Gestión: Deisy Lara

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