El año 2020 será recordado por las generaciones que lo vivieron. Fue un año de crisis, en el cual sufrimos de graves problemas sanitarios y económicos. Aún no sabemos la gravedad de esta pandemia para nuestros países; pero hemos sufrido en carne propia, la muerte, la impotencia y los abusos de poder.
Es en tiempos de crisis, donde Dios desea que su iglesia sea esa comunidad líder que dé dirección. La iglesia puede guiar a la sociedad a atravesar la crisis de la pandemia, siendo ella la luz y la sal de la tierra. Para serlo, la iglesia necesita ser dirigida por el poder del Espíritu. Es así como la iglesia puede ofrecer una alternativa divina a la crisis existencial de cada persona. La iglesia es la comunidad del Espíritu que debe guiar a través de las crisis. La vida comunitaria de la iglesia primitiva y de los pentecostales actuales, ha sido un caso que ha fascinado a filósofos como Karl Marx, pedagogos como Paulo Freire, entre otros. Pero, aunque ellos abstrajeron algunos principios que fundamentaron sus teorías e ideales; están muy lejos de ser la expresión real de la comunidad pentecostal.
Permítame entonces, hacer algunas observaciones que caracte