La Oración Pentecostal
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La Oración Pentecostal


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Introducción:

Los discĆ­pulos descubrieron en JesĆŗs su secreto: La oración. En la Biblia se registra una solicitud de los discĆ­pulos hacia JesĆŗs: ā€œSeƱor, ensƩƱanos a orarā€ (Lucas11:1). La iglesia primitiva habĆ­a entendido que la oración serĆ­a la clave para su Ć©xito en la empresa misionera. Perseveraban en la oración como una disciplina (Hechos 2:42). Luego de muchos aƱos, Pablo seguĆ­a instruyendo a la iglesia diciĆ©ndole: ā€œOrad sin cesarā€ (1 Tes. 5:17).

Hoy día, los cristianos instruidos en la fe saben que el que no ora, el diablo lo devora; una expresión que significa que aquella persona que no se ejercita en la oración, perderÔ el rumbo cuando llegue la prueba. La medida de nuestra oración, es nuestra medida espiritual. Por supuesto que, muchas veces nuestras oraciones parecen mÔs una lista de mercado; mÔs que una conversación contemplativa con nuestro Padre celestial.

En este mensaje aprenderemos que SIEMPREQUE OREMOS BIEN, DIOS NOS ESCUCHARÁ. Entendiendo que Dios escucha todo tipo de oración, pero responde aquellas que se hacen según su voluntad. Por eso, analicemos tres beneficios de una oración hecha en el Espíritu de Pentecostés.

1. La oración nos enfoca.

ā€œY puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habĆ­an dicho. Y ellos, habiĆ©ndolo oĆ­do, alzaron unĆ”nimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano SeƱor, tĆŗ eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hayā€ (Hechos 4:23-24).

Los problemas pueden causar temor. Las tormentas de la vida, nos desenfocan; las olas nos atemorizan y dejamos de mirar a Dios quien siempre estĆ” presente.


Pero orar, nos permite volver nuestra mirada a Dios y desenfocarnos del problema. No es ser inconsciente de los problemas; sino enfocarnos en el Dios que es mƔs grande que nuestros problemas. Siempre que oremos bien, Dios nos escucharƔ.

2. La oración nos afirma.

ā€œTĆŗ, por medio del EspĆ­ritu Santo, le hablaste al rey David, nuestro antepasado. Por medio de David, que estaba a tu servicio, dijiste: ā€œĀæPor quĆ© se rebelan contra Dios las naciones y los pueblos? ĀæPor quĆ© estudian la manera de luchar contra Dios y contra el MesĆ­as que Ć©l escogió?Ā”InĆŗtiles son los planes de los reyes de este mundo!ā€ (Hechos4:25-28 TLA).

Una necesidad que tenemos al orar, es entender la voluntad de Dios escrita en su Palabra. Para orar bien, necesitamos estar llenos de la Palabra de Dios; solo asĆ­, alineamos nuestras palabras con la Palabra. Nuestros oĆ­dos necesitan escuchar la Palabra de Dios. La fe viene por el oĆ­r la Palabra(Ro. 10:17).

Así, cuando oramos y recordamos en nuestra oración lo que dice la Biblia, estaremos afirmando nuestra fe. Entonces con mÔs entusiasmo oraremos, sabiendo que Dios ha dado promesa, ha establecido un plan bueno y nos ha dado propósito. Siempre que oremos bien, Dios nos escucharÔ.

3. La oración nos empodera.

ā€œY ahora, SeƱor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y seƱales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo JesĆŗs. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del EspĆ­ritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.ā€(Hechos 4:29-31).

Ve a usted el desenlace de esta escena. Inició con una situación problemÔtica y tuvo un cierre espectacular. Así deseamos terminar después de orar al Señor. Venimos llenos de problemas y afligidos; pero después de orar, nuestras fuerzas vuelven. Este beneficio no significa que la oración es la que nos llena del Espíritu Santo; ya hemos aprendido que quien nos llena del Espíritu es Jesucristo. Pero, cuando oramos descansamos y somos despojados del peso de la aflicción.


Aun asĆ­, estando ya sin peso; Dios enviarĆ” de su Santo EspĆ­ritu para darnos el poder que nos impulse a cumplir la misión en medio de circunstancias difĆ­ciles. Los discĆ­pulos estaban seguros en su fe, que no podĆ­an callar, no era tiempo de rendirse; asĆ­ que le pidieron a Dios fuerzas para predicar y respaldo para ese mensaje. Dios les concedió la petición: ā€œfueron llenos del EspĆ­ritu Santo, y hablaban con denuedo la Palabra de Diosā€. Siempre que oremos bien, Dios nos escucharĆ”.


Conclusión:


Debemos orar siempre, pero oramos mejor en la prueba. Siempre que oremos bien, Dios nos escucharĆ”. Cuando oramos nos enfocamos en Dios, afirmamos nuestra fe y somos llenos de poder.


Escrito por:

Pastor Luis Fernando Zabaleta

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